miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA TIERRA LLAMA por (Yolanda Zanca Guevara)

Se acerca el mes de Octubre, me alegra saber que pronto podre volver a estar en Ocaña ,disfrutar de ese pequeño pero hermoso pueblo, con un inmenso y bello paisaje
poder respirar aire puro con fragancia a sauce, eucalipto, molle, retama, lloque y tierra; visitar la histórica iglesia, con las imágenes de nuestro venerado Señor de Luren de Ocaña,
La Virgen de la Candelaria
San Juan Bautista de Ocaña

La Purísima
San Pedro,

La Virgen del Perpetuo Socorro y La Dolorosa

apreciar en el día, un inmensurable cielo azuly regocijarse en las noches con el cielo completamente estrellado; acongojarse al oír el susurro del rio, que nos invita a reflexionar respecto a que nada es permanente, que así como el rio en oportunidades nos alborota con su bullicioso caudal, también suele estar reposado y silencioso; convenir en que debemos aprovechar lo que Dios, a través de la naturaleza, nos brinda; ser conscientes al administrar aquello que se nos ofrece y encarga.
Ocaña : pueblo donde se vive la religiosidad y se disfruta de aquello que gracias a la bondad de Dios y a la generosidad de sus habitantes, se nos concede.
Alguien me contó la historia de la mariposa y la flor y la quiero compartir con ustedes:


“Cierta vez un hombre pidió a Dios una Flor y una Mariposa, pero Dios le dio un cactus y una oruga. El hombre quedo triste pues no entendió porque su pedido llego errado. Luego pensó: “con tanta gente que atender” y resolvió no cuestionar, pasado algún tiempo el hombre fue a verificar el pedido que dejo olvidado.

Para su sorpresa, del espinoso y feo cactus había nacido la mas bella de todas las flores y la horrible oruga se trasformo en una linda Mariposa.

Dios siempre hace lo correcto, su camino es el mejor aunque a nuestros ojos parezca que todo esta errado. Si pediste a Dios una cosa y recibiste otra confía. Ten la seguridad que Él siempre te dará lo que necesitas en el momento adecuado.

No siempre lo que deseas es lo que necesitas, como Dios nunca falla en la entrega de sus pedidos, ¡sigue adelante sin dudar ni murmurar!”

De pronto, el oír este relato, me hace a pensar en lo bello de nuestro pueblo, la calma que reina en él, su silencio habitual, fuera del bullicio de la capital, entonces, otra vez más, agradezco al Señor por todo lo que me brinda, me siento afortunada porque cada año que pasa me da más de lo que puedo merecer: felicidad, tranquilidad, amor, y sobre todo la suerte y la dicha de poder volver acompañada de mi madre, mi esposo y mis hijas, a mi tierra querida: “Ocaña” y reencontrarnos con muchos de nuestros familiares. Estoy convencida que con ustedes ocurre lo mismo, por ello, cuidemos entre todos nuestro terruño. “Porque Dios nos lo entregó, es nuestro y como tal debemos preservarlo para los demás”.
Yo solo puedo dar testimonio de aquello que desde niña observé y como mis ojos se deleitan cada vez que pisan el hermoso suelo de Ocaña; pues no tuve la suerte de nacer allí, ni crecí en medio de las labores agrícolas y ganaderas; sin embargo, a través de mi madre y familiares puedo referir lo entrañable que resulta para ellos, volver a Ocaña y recorrer: La Huerta, Galluyoc, Llocama, Palmar, El Molino, Sachabamba, Quespenca, Chonta, Lloquecancha, Sauluma, Rudacancha, Sanquimayo, Habaspata, Pachaca, Caña Caña, Tomate, Sonconche, Pocpoca, Ocobamba, Tiracanchi, Chuya, Otocaccasa, San Juan de Lúren, y la Puna, recordar con mucha nostalgia sus vivencias en aquellos lugares, la forma en que aprovechaban el pasto de las lomas para alimentar a sus animales y como sufrían cuando no lo había en los meses de sequía, el rodeo, las herranzas, los carnavales con las yunzas, los orígenes de las festividades patronales y el desarrollo de las mismas.
No obstante algo de eso recuerdo, porque de pequeña pude asistir a las veladas, esas en tenia que cargar mi propia silla; también acompañe a las señoritas de la familia al Baile Social, donde los caballeros pedían permiso a las mayores para poder bailar con ellas y al final de la pieza musical invitaban a las damitas ha degustar viandas preparadas por las madres del colegio, recuerdo las serenatas, que también en algún momento disfrute, las corridas con la entrada de los diputados, (allí estaba mi padre), la imponente imagen del señor de Luren en su misa principal, el almuerzo y baile, ofrecido por los mayordomos, donde además de la Banda de Músicos de Ocaña había otra en contrapunteo, la procesión cuyo recorrido debía de ser toda la noche, los arcos con piñatas, las alfombras de flores, el próximo mayordomo esperando la venerada imagen en la puerta de la iglesia y el despacho, con la “despedidita”, tal como la interpreta alguien a quien quiero mucho y se que al leer este articulo sonreirá, (“Malanoche”).
Desde niña y gracias a la generosidad de mis parientes locales, he tenido la suerte de disfrutar los meses de verde, estar en las lomas, aprovechar la abundancia y saborear la leche fresca, el quesillo, el manjar, caminar entre el pasto crecido y llenar mi ropa de “cadillo”.
Ahora cada vez que vuelvo Ocaña, gracias al avance de la ciencia y tecnología, encuentro un pueblo mas conectado con la urbe, con el mundo y eso me alegra, por los que allí viven. Las autoridades se van encargando de que los habitantes de Ocaña no sean ajenos al desarrollo, avances y sucesos del mundo y las monjitas de la iglesia siguen alimentando el espíritu religioso. Ya la celebración ha cambiado a lo que hoy apreciamos todos los que llegamos para disfrutarla; así que de ello no comentare, pero si quiero brindar un reconocimiento a los que colaboran sin ningún interés, porque el nombre de Ocaña, ese pequeño pueblo de Lucanas - Ayacucho – PERU, se haga cada vez mas conocido y que nuestro fervor religioso y la belleza de las festividades hagan que cada vez más gente de otros lugares concurra; por mi parte estoy haciendo mi trabajo, al igual que ustedes, con la familia, los amigos, sobre todo con los pequeñines, lo que están en Lima, los que se encuentran en otros lugares del Perú y en el extranjero; a quienes se les ha despertado el interés por conocer Ocaña , a los de Francia, España, Suiza, Italia, Estados Unidos; algún día tendré la satisfacción de verlos disfrutar de Ocaña, tal como yo lo hago y son ellos los que algún día comentaran con otros sobre mis relatos y como añoraba, año tras año, poder llegar a Ocaña, porque: “LA TIERRA LLAMA”.


Yolanda Zanca Guevara .


Mi Familia

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querida Yolita;

Me ha emocionado leer y apreciar el contenido, la claridad y el realismo de tus reflexiones. Te felicito y comparto todas ellas porque así es el sentimiento ocañino, así son los ocañinos y así es nuestro querido Ocaña. Por ello tal vez te sugiera un título parecido a tu artículo: “OCAÑA LLAMA”, lo importante está en el contenido.

Un gran abrazo.



Samuel Bendezú H.

alexander dijo...

Hola Yola, te hago llegar el saludo y suscribo todas tus líneas, ademas debo añadir que la oración que inlcuyes al Señor de Luren de Ocaña es de autoría de HUGO LARA ROJAS y nos gustaría mucho que lo incluyas, como justo reconocimiento a su devoción y trayectoria. Felicitaciones y desde ya el agradecimiento.
Alex Zea Lara